DOMINGO IV DE PASCUA – CICLO B
25 de Abril de 2021
Evangelio: Juan 10,11-18
En aquel tiempo, dijo Jesús: —«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».
COMENTARIO A LA PALABRA
¡El Buen Pastor ¡ Esta es la imagen que nos queda de la liturgia de este cuarto domingo. San Juan, a la luz de la Pascua, nos presenta a Jesús como este Buen Pastor.
Jesucristo se autodefine como el Buen Pastor y en seguida nos explica su afirmación: da su vida por las ovejas. Más adelante dice: “tengo además, otras ovejas que no son de este redil; también a estas tengo que traer… habrá un solo rebaño y un solo pastor”. Todas estas palabras de Jesús están llenas de amor, este amor que San Juan ha expresado muy bien en la segunda lectura: “Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!” (1Jn 3,1)
Jesucristo, el Buen Pastor, nos injerta en el Padre, nos eleva a la categoría de hijos de Dios, devuelve al hombre la dignidad perdida, herida por el pecado. Dios elige a su Hijo para que sea nuestro Buen Pastor, este Pastor mencionado en el Antiguo Testamento. Jesús, el elegido, enfatiza una crítica ya presente y anunciada por los profetas contra los malos pastores (Jr 23, 1-2; Ez 34, 1-10 ). Así habla de la verdad con autoridad y libertad, pues tiene la vida en sí mismo (Jn 10,18) y no depende de opinión ajena. Y además: lo que dice, lo hace, pues tiene la autoridad fundada en el amor y en la total entrega.
En estos tiempos de incertidumbre, de dudas, por lo que estamos viviendo, Jesucristo es el Buen Pastor, es la respuesta a nuestras indagaciones. Él nos invita, de manera sutil, a contemplarlo, a mirarlo como un compañero de camino, el que nos conduce al amor del Padre y a la Vida Eterna. Él nos cuida, nos sana, nos une. Solo en Él podemos ser uno, solo en Él somos capaces de amar y entregarnos a los demás tal cual Él nos amó y se entregó por nosotros.
En este tiempo de Pascua, de resurrección, nos resuena en el corazón el valor de la sangre de Jesucristo que nos ha lavado y nos ha redimido.
Por ello merece la pena fiarnos de Jesús, en este Buen Pastor somos reconfortados, encontramos descanso, su cercanía, su ser, la esperanza, la certeza de que la vida no se termina en la muerte, sino en la resurrección. Además él nos conoce, nos llama a vivir esta experiencia de amor, de entrega, a vivir en su intimidad, vivir una relación de amistad. Y se pone como ejemplo, diferente del “asalariado” que quiere aprovecharse de las ovejas. Somos llamados, a ejemplo de este Buen Pastor, a la vida: a recibirla y a darla, llamados a ver, como el salmista, que nuestra seguridad es tener a Dios como Pastor y a hacer una experiencia de liberación enraizada en la confianza (Sal 23).
Contemplemos a este Buen Pastor, que usando el lenguaje sencillo, lo que quiere es atraernos hacia él, puesto que como nos dice San Pedro en la primera lectura: “No hay salvación en ningún otro a no ser por medio de Jesucristo” (Hch 4, 8-12). Salgamos a su encuentro con la certeza de que no vamos a encontrar más que su amor es lo que nos da la vida.
Recemos también en este día por las vocaciones, por todos los pastores de la Iglesia, para que Dios les fortalezca y a ejemplo del gran pastor, Jesucristo, cuiden del rebaño que a ellos ha sido confiado.
Meditación
“¿Dónde pastoreas, Pastor Bueno, Tú que cargas sobre tus hombros a toda la grey? Muéstrame el lugar de tu reposo, guíame hasta el pasto nutritivo, llámame por mi nombre, para que yo escuche tu voz y tu voz me dé la Vida Eterna.” (San Gregorio de Nisa, Homilía 2 sobre el Cantar de los Cantares)
Oración
“Pastor Bueno vela con solicitud sobre nosotros y haz que el rebaño adquirido por la sangre de tu Hijo pueda gozar eternamente de las verdes praderas de tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.” (Oración después de la comunión)
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