XV DOMINGO DEL T. ORDINARIO
– CICLO B –
14 de julio de 2024
EVANGELIO: Mc 6, 7-13
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y decía: «Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si en un lugar no os reciben ni os escuchan, al marcharos de allí sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos». Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
COMENTARIO A LA PALABRA
Estamos en el Domingo XV del Tiempo Ordinario. Los apóstoles han pasado ya un tiempo de aprendizaje al lado de su Maestro y, después de ver el rechazo de sus paisanos, Jesús les vuelve a llamar para participar en su misión, enviándoles a las aldeas próximas, de dos en dos.
Jesús no quiere predicar solamente en ciudades grandes, también quiere llevar el evangelio a pueblos pequeños, pero le falta manos y pies para llegar a todas las partes y su amor es tan grande que, para prolongar su caridad, les envía para que se conviertan los corazones antes de su venida. Para ello les da poder de expulsar demonios y de curar las enfermedades, es como si les engrandeciera; y sin embargo, por otra parte, les recomienda pobreza, pequeñez, dependientes sólo del Padre. No deben llevar para el camino ni pan, ni alforja, ni dinero, ni siquiera una túnica de repuesto… es decir, sin demasiados medios humanos, ligeros de equipaje, para que se vea que la obra es de Dios. San Marcos incluye que lleven el bastón y un par de sandalias, el resto lo recibirán de la Providencia. Esa confianza absoluta al Padre es la predicación que más convence: la sobriedad de la que tanto nos habla el papa Francisco.
Para que sus palabras tengan autoridad les envía de dos en dos. En parte para cuidarse y también, como dice san Gregorio Magno para ejercitarse en la comunión entre ellos: “porque doble es el precepto de la caridad, a saber, el amor de Dios y el del prójimo” (Homilía 17,1). La predicación no es monopolio de uno solo y si dos personas dan el mismo testimonio, es más fiable.
También les recomienda no ir cambiando de casa en casa, pues lo importante no es una acogida agradable, sino el anuncio del Reino. Es más virtuoso comer lo que te pongan que elegir el alimento que quieres comer. Por otra parte, tampoco van a tener buena acogida en todos los lugares. Sacudir el polvo de los pies para probar su culpa es no querer tener parte en ese rechazo a Dios. Sabemos que la fe no se impone. Hoy en día hay todavía muchas personas que quieren continuar en sus vicios, en su pecado, en su adicción … y no admiten el mensaje de salvación que se les anuncia. No podemos obligarles a que vean nueva luz en sus vidas, pero no por eso debemos silenciar la Palabra de Dios. Hemos de tomar una actitud valiente, como la de Amós, el profeta de la primera lectura, que sabía muy bien quién le había enviado y por eso vencía las dificultades.
Cada Eucaristía es un envío a anunciar el mensaje que hemos degustado y, como todo envío, volveremos a la próxima Eucaristía con las alegrías y los desprecios que experimenta el Señor con los hombres, sus hermanos. Hay todavía muchas heridas que sanar. Pidamos al Señor que envíe obreros a su mies.
MEDITACIÓN
Ser apóstol con aquellos que Dios pone a tu disposición: la caridad no es estrecha, sino que abraza todo lo que abraza el corazón de Jesús. ¿Por medio de qué? Por los medios mejores, dándose a todos aquellos, sin excepción, con quienes entráis en relación a través de la bondad, la ternura, el afecto fraterno, el ejemplo de la virtud, por la humildad y la dulzura que siempre son atractivas y muy cristianas. Con algunos sin decirles jamás una palabra de Dios ni de religión, teniendo paciencia como Dios es paciente, siendo buenos como Dios es bueno, siendo un hermano tierno y orante. Con otros, hablando de Dios en la medida en que ellos puedan soportar; desde que está en su pensamiento la búsqueda de la verdad por el estudio de la religión, procurando que se relacionen con un sacerdote muy bien escogido y capaz de hacerles bien. Sobre todo, ver en toda persona humana a un hermano. (San Charles de Foucauld)
ORACIÓN
¡Venga a nosotros tu Reino!
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