XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
– CICLO B –
21 de Julio de 2024
EVANGELIO: Marcos 6,30-34
“En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas”.
COMENTARIO A LA PALABRA
El Evangelio de este domingo es muy oportuno en este tiempo de verano, en el que todos buscamos descansar lo posible, tras experimentar el cansancio que se nos ha podido acumular en nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestro espíritu. Llegan unos días de vacaciones… ¡y qué rápido se pasan! ¡Parece que siempre se quedan escasos! ¿Por qué será? Hay otros momentos en que parece que ya no podemos más, y justamente sucede algo ante lo cual tenemos que responder o echar una mano… ¡y podemos hacerlo! ¡Qué experiencia tan misteriosa! ¿De dónde salen esas energías que yo ya no tenía? ¿Dónde está la raíz de aquello que verdaderamente me cansa? ¿Y dónde el auténtico descanso?
Fijémonos en Jesús en este evangelio: qué es lo que hace, cómo reacciona. Jesús se reúne con sus apóstoles, escucha lo que le cuentan, les responde, percibe su necesidad, les ofrece descanso, se va con ellos a descansar, ve a la multitud, se compadece de ella, descubre su realidad, y les enseña muchas cosas. En todas estas acciones podemos contemplar la humanidad de JESÚS, pues era VERDADERO HOMBRE, ¡y qué hombre tan verdadero!
En la segunda lectura San Pablo nos lo presenta como VERDADERO DIOS, pues “podemos acercarnos al Padre por medio de él en un mismo Espíritu”. También la primera lectura y el salmo responsorial, pues nos afirman que Jesús es nuestro Señor, nuestro pastor y por eso, nada nos falta. Es el pastor que no dispersa, sino que reconcilia, el que hace las paces, el que derriba en su cuerpo de carne lo que nos separa: la enemistad. Es Él el que nos une mediante la cruz, da muerte en él a la hostilidad; nos anuncia la paz, a los de lejos y a los de cerca.
Jesús es el pastor que no deja que se pierdan las ovejas de su rebaño; el que pastorea a su pueblo haciéndolo recostar en verdes praderas, conduciéndonos hacia fuentes tranquilas y reparando nuestras fuerzas. Nos guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Jesús es el pastor que no nos deja ir, pues se preocupa de cada uno de nosotros. Es el que nos reúne a los que en un tiempo estábamos lejos, el que nos vuelve a traer a sus dehesas para que crezcamos y nos multipliquemos. Con Él ya no temeremos ni nos espantaremos aunque caminemos por cañadas oscuras, porque Él va con nosotros. Ninguno nos perderemos, pues su bondad y su misericordia nos acompañan todos los días de nuestra vida; por ello, habitaremos seguros en la casa del Señor por años sin término.
Como Él conoce nuestros cansancios, hoy también nos dice a nosotros: “Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”. ¿A dónde tendremos que ir? ¿Dónde está ese lugar? ¿Cómo puedo llegar a él? Su misma Palabra nos señala el camino: “El que entra en su descanso, también él descansa de sus tareas, como Dios de la suyas. Empeñémonos, por tanto, en entrar en aquel descanso” (Hb 4, 10-11).
MEDITACIÓN
“El Señor es un Dios eterno que ha creado los confines de la tierra. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Fortalece a quien está cansado, acrecienta el vigor del exhausto. Se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan”. (Is 40, 28-31)
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas”. (Mt 11, 28)
ORACIÓN de intercesión por la sanación interior de alguien
Señor Jesús: te pido que entres en el corazón de ….. y toques aquellas experiencias de vida que necesitan curarse. Tú conoces mucho mejor a …. de lo que él/ella se conoce a sí mismo.
Derrama pues, tu amor en todos los rincones de su corazón. Donde quiera que lo encuentres herido, tócalo, consuélalo, libéralo. Si se siente solo, abandonado, rechazado por la humanidad, concédele mediante tu amor regenerador, una nueva conciencia de su valor como persona.
Jesús, te entrego a … totalmente a Ti: su cuerpo, mente y espíritu y te agradezco que restaures su integridad. ¡Gracias, Señor! ¡Amén, aleluya!
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