DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO A
9 de Febrero de 2020
EVANGELIO: Mateo 5, 13-16
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».”
COMENTARIO A LA PALABRA
El domingo pasado, Simeón nos presentaba a Jesús como la LUZ que viene para alumbrar a las naciones (cf. Lc 2,32). El mismo Jesús se definió a sí mismo diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). Esta realidad también nos la transmitió el evangelista San Juan: “El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.” (Jn 1,9). Y en su primera Carta afirma: “Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna” (1 Jn 1,5).
El mismo Jesús que dijo: “Yo soy la luz del mundo”, nos dice ahora también: “Vosotros sois la luz del mundo”. ¿Cómo es esto posible? ¿Qué misterio, pues, se esconde detrás de esta Palabra de Vida?
Para poder entrar un poco en este misterio grandioso, pidamos la luz del Espíritu Santo, que es el mismo Espíritu de Jesús. Él sí puede ayudarme a que mi tarea sea “no preocuparme” de las cosas, sino “ocuparme” en lo que verdaderamente soy y Dios quiere que sea: ¿cuál es mi verdadera identidad como bautizado? Ocuparme en la misión a la que Dios nos llama dentro de su Iglesia: SER SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO. Ocuparme en que no se desvirtúe mi vida, porque “si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?”
El profeta Isaías en la primera lectura nos dice que las obras de misericordia son un medio para que surja tu luz (este es el fin…), para que brille en las tinieblas tu luz y tu oscuridad como mediodía. San Pablo en la segunda lectura nos transmite otro medio para que surja en ti esa Luz: tu debilidad, tu incapacidad… Dios la permite para tu bien (cf. Rom 8,28), para que tu fe no se fundamente en sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios; para que tu vida se apoye en la manifestación y poder del Espíritu, y esté cimentada en Jesucristo, y éste crucificado (cf. 1 Co 2,5).
Esta relación tan estrecha, tan sorprendente y misteriosa, entre Jesús, Luz, y nosotros, la explicó San Juan en su prólogo: “Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz. El Verbo era la luz verdadera…” (Jn 1, 6-9). Solo podemos ser LUZ POR CRISTO, CON ÉL Y EN ÉL. Así lo afirma también el Catecismo de Iglesia Católica: “EN CRISTO, los bautizados son “la luz del mundo” (CIC 1243), y el apóstol San Pablo: “Antes sí erais tinieblas, pero ahora, SOIS LUZ POR EL SEÑOR” (Ef 5,8).
“Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mt 5,16)
MEDITACIÓN
* ¿Cuál es mi verdadera identidad como bautizado?
“Yo soy la luz del mundo” – “Vosotros sois la luz del mundo”
“El santo Bautismo es llamado iluminación, porque quienes reciben esta enseñanza su espíritu es iluminado. Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo, “la luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Jn 1,9), el bautizado, “tras haber sido iluminado” (Hb 10,32), se convierte en “hijo de la luz” (1 Ts 5,5), y en “luz” él mismo (Ef 5,8).” (CIC 1216)
* Si mi vida ha sido iluminada por Cristo, ¿cuál será la consecuencia?
“Antes sí erais tinieblas, pero ahora, SOIS LUZ POR EL SEÑOR. Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz” (Ef 5, 8-9).
* ¿Por qué quiere Dios que seamos luz del mundo?
“Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mt 5,16)
ORACIÓN
“El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?” (Salmo 26)
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