DOMINGO DE RAMOS
– CICLO B –
24 de Marzo de 2024
EVANGELIO: Mc 14,1-15, 17
“Era la hora tercia cuando lo crucificaron. Crucificaron con él a dos bandidos. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza.
Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente: Eloí Eloí, lemá sabaqtaní (que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»). Uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber.
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».”
COMENTARIO A LA PALABRA
“Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica” (Za 9,9).
La entrada de Jesús en Jerusalén nos introduce en la Semana Santa. La liturgia nos invita a seguir a Jesús desde su entrada en la Ciudad Santa hasta el Calvario, donde Él se despoja de todo por amor a la humanidad.
La humillación de Jesús, su sencillez, su silencio, su anonadamiento, su mansedumbre, su pobreza, su riqueza… Como dice San Pablo: “Siendo rico se hizo pobre por vosotros para que lleguéis a ser ricos por medio de su pobreza” (2Co 8,9). En todo esto se manifiesta el amor de Dios, por nosotros en la persona de Jesucristo.
El Señor, nos exhorta a no desanimarnos, nos llama a seguir sus pasos, cargando con la cruz de cada día, seguros de que no estamos solos. Especialmente en esta semana podemos unir nuestros pequeños sufrimientos a los SUFRIMIENTOS de Jesús. Podemos mirar al crucifijo y ver que todos nuestros pecados están pagados y si volvemos a caer, Jesús nos mira y nos levanta una y otra vez, porque su amor por nosotros es sin límite. “Nadie tiene amor más grande que el da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). El amor de Jesús es puro, es dulce, es paciente, es un amor de servicio. Jesús no hace acepción de personas, como vamos a ver en la celebración de Jueves Santo, cuando Él lava los pies de sus discípulos, incluso los pies del que le va a traicionar, del que le va a negar, de los que le van a abandonar.
Que podamos, estos días, contemplar los misterios de la pasión y muerte de Jesús: la oración en el Huerto, la flagelación, la coronación de espinas, el peso de la cruz, la crucifixión y muerte. Misterios dolorosos, pero vividos con una entrega total y generosa.
En el momento de angustia y tristeza Jesús, oraba al Padre para que le apartase ese cáliz, pero su mayor deseo era hacer la voluntad de Dios. Entrega su vida a la muerte y la vence con su resurrección.
Pidamos al Padre la gracia de acompañar a Jesús, estar con Él a los pies de la cruz a ejemplo de la Virgen María y del discípulo amado.
MEDITACIÓN
“La libertad interior es el presupuesto para superar la corrupción y la avidez que arruinan al mundo; esta libertad sólo puede hallarse si Dios llega a ser nuestra riqueza; sólo puede hallarse en la paciencia de las renuncias diarias, en las que se desarrolla como libertad verdadera. Al rey que nos indica el camino hacia esta meta -Jesús- lo aclamamos el domingo de Ramos; le pedimos que nos lleve consigo por su camino”. (Benedicto XVI, Papa)
ORACIÓN
“Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas fuisteis curados”. (1Pe 2, 24)
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