Domingo VI del Tiempo Ordinario – Ciclo A
16 de Febrero de 2020
EVANGELIO: Mt 5,20-22a.27-28.33-34a.37
“Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «necio», merece la condena de la gehenna del fuego. Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”. Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.“
COMENTARIO A LA PALABRA
Hoy celebramos el VI Domingo del Tiempo Ordinario y estamos reflexionando el 5º capítulo del evangelio de San Mateo. Jesucristo es el enviado de Padre, Aquel que vino a cumplir una misión: llevar a cabo el plan de salvar a toda la humanidad, cumplir la voluntad de quien le ha enviado.
Fijémonos en Jesús y en sus palabras; ¿qué es lo más impactante? Estas palabras dichas por Él, desde hace muchos años ¿nos mueven interiormente, tienen que ver con nuestra realidad? ¿Son importantes, o no?
La verdad es que lo que afirma Jesús sobre la justicia nos llama, en la libertad, a actuar como verdaderos cristianos, a ser coherentes en nuestras acciones dejándonos guiar por la ley del amor. Tenemos que hacernos pequeños para entender la magnitud de la propuesta de Jesús, propuesta que va más allá de una ley.
La ley ha sido como un pedagogo y Cristo vino para que no seamos esclavos sino que vivamos en plenitud, en el Espíritu. En sus mandamientos, Jesús recoge la ley y manifiesta la fuerza de este Espíritu. Para Jesucristo nuestra justicia cristiana tiene que ser mayor que la de los que se consideran sabios, de los que llevan la ley en el pecho, mientras la vida humana es rechazada y afectada de manera indigna.
La semana pasada el Señor nos decía: “vosotros sois la luz del mundo”; hoy el Señor nos enseña cómo ser luz: actuar contra la corriente del mundo y adherirnos al Espíritu de Cristo. Él mismo dijo que no vino a abolir la ley, sino más bien a darle plenitud, poner su Espíritu en la letra, aspecto que ha faltado a los escribas.
Por lo tanto, Cristo es la plenitud, vino por el amor y para el amor. Seguimos tras sus huellas, y así seamos imágenes, reflejos de este amor.
Que el Señor nos conceda, de veras, el Espíritu Santo para actuar como Él actuó, ser justos como Él ha sido, pues somos débiles y quizá no podemos abarcar, llegar a lo que quiere Dios para nosotros, si no es por la fuerza del Espíritu.
MEDITACIÓN
El Señor nos conoce en lo más profundo de nuestro ser y hoy viene a decirnos: “habéis oído…pero yo os digo…”. ¡Confiemos en Él! Dejemos que Él reine en nosotros y cumplamos su voluntad.
ORACIÓN
“Señor, tú que te complaces en habitar en los rectos y sencillos de corazón; concédenos vivir por tu gracia de tal manera, que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén” (Oración colecta VI domingo del Tiempo Ordinario)
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