XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
-CICLO A –
10 de septiembre de 2023
EVANGELIO: Mt 18,15-20
Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
COMENTARIO A LA PALABRA
Hace pocos días hemos oído el evangelio en que san Pedro hace la profesión de fe y, a la vez, Jesús le da el poder para conducir a su Iglesia (Mt 16,13-20). Paulatinamente Jesús va formando la comunidad cristiana: la de sus apóstoles.
En el evangelio de hoy Jesús pone de manifiesto la dimensión comunitaria, indicándonos el camino que debemos seguir frente a las adversidades que surgen en la vida fraterna, dentro de toda comunidad cristiana.
El cuidado que debemos tener con el otro y con nosotros mismos es uno de los aspectos que Jesús subraya para hacer referencia al tema de la corrección fraterna. Sabemos que cuando el mal entra en nuestro corazón, y a raíz de eso hacemos lo que no debemos, las consecuencias no solo afectan a uno mismo, sino a todos los que formamos parte de la comunidad.
Las palabras de Jesús nos hacen reflexionar y van contracorriente y contra toda lógica humana: no fuimos creados para vivir solos, sino acompañados.
Por ello, es importante cuestionarnos en este recorrido: ¿estoy abierto a dar y recibir corrección fraterna buscando lo mejor para el otro y para mí?
Jesús nos llama a vivir la vida en clave de corresponsabilidad, de tú a tú con el hermano, donde prevalezcan el amor, y la humildad: virtudes que nos hacen capaces de reconocer al otro como un don en nuestra vida, y que pueden ayudarnos a vivir en verdad y transparencia. Fuimos llamados por el Amor a compartir la vida y a seguir el camino que nos conduce a la santidad ayudándonos mutuamente.
Pidamos al Señor el Espíritu Santo, el don de la Sabiduría y Ciencia para actuar con coherencia y según sus preceptos, poniéndonos a la luz de su Palabra. Pues Jesús nos dice hoy en el evangelio: donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. O sea, Jesús está con nosotros y nos garantiza la vida.
Meditación
“Un ser humano está hecho de tal manera que no se realiza, no se desarrolla ni puede encontrar su plenitud «si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás». Ni siquiera llega a reconocer a fondo su propia verdad si no es en el encuentro con los otros: «Sólo me comunico realmente conmigo mismo en la medida en que me comunico con el otro». (…) Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque «la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad”. (Fratelli Tutti nº 87, encíclica del Papa Francisco)
Oración
“Oh Dios, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu. No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu”. (Sal 50,12-13)
¿Desea escribir un comentario?