SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
23 de Junio de 2019
EVANGELIO: Lc 9,11b-17
“Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación. El día comenzaba a declinar. Entonces, acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado». El les contestó: «Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente». Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos: «Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno». Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.”
COMENTARIO A LA PALABRA
Hoy se celebra la Solemnidad del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. El Señor Jesucristo, antes de su muerte, reunió a los discípulos, y con el pan y el vino, en un gesto de total entrega, instituyó la Eucaristía. Dejándonos así el gran memorial, el gran misterio de este sacramento.
San Lucas nos trae una narrativa distinta de la que nos presenta los demás evangelistas,(cf Jn6,51-59; Mc14,12-16.22-24; Mt26,26-29), pero no deja de poner de relieve la Solemnidad y todo lo que representa en la vida de la Iglesia: “Sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual Cristo es nuestra comida, el alma se llena de gracia futura” (Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, n. 47).
De muchas maneras el Señor quiso hacerse alimento en favor nuestro. Siempre ha querido saciarnos con el alimento material, pero también ha enfatizado la importancia de buscar el verdadero pan que es su Palabra, y la persona de Cristo por excelencia.
El gran memorial: La Eucaristía (comunión, unidad, entrega, amor de Dios), lo tenemos hoy expresado en el pasaje de la multiplicación de los panes. Por medio de este evangelio y toda la simbología que conlleva, Jesús nos invita a sentarnos, a mirarlo, oírlo, a poner la atención en sus gestos, en fin…a alimentarnos de Él. Cristo no se desentiende de nuestras necesidades, no se cansa de ofrecerse a nosotros y por nosotros. ¡Él es el verdadero pan del cielo! Se compadece y no se queda ahí: actúa de manera concreta y llama a los suyos a actuar con su ejemplo. Nos enseña que la Eucaristía es la que nos impulsa y nos sostiene en el servicio y en el amor al prójimo.
La Eucaristía es el ápice, fundamento de nuestra fe, nos conduce a la unidad, es el sacrificio de nuestra redención: Jesucristo restauró toda la humanidad.
Pedimos al Señor la fe, y que esta misma fe sea el “arranque” que nos conduzca hacia el Padre. Que ella también nos impulse a no quedarnos en la teoría, sino que nos lleve a experimentar a Cristo en este Sacramento y a hacer memoria viva y presente todos los días.
MEDITACIÓN
“Estamos hablando del Sacramento que nos regaló Cristo en la Última Cena, al querer quedarse con nosotros para siempre, dándonos su Cuerpo y Sangre, alma y divinidad, para alimentarnos, unirse a nosotros, entregarnos su vida divina, entrar en comunión con nosotros, acompañarnos durante esta peregrinación terrena hacia la Patria Celestial, donde le disfrutaremos cara a cara sin los velos del pan y del vino.”
(P. Antonio Rivero, LC.)
ORACIÓN
Oh Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. AMÉN. (Oración colecta)
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