XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
14 de Agosto de 2022
Evangelio: Lc 12, 49-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
COMENTARIO A LA PALABRA
El Evangelio en este domingo nos presenta uno de esos pasajes en los que encontramos unas palabras de Jesús enigmáticas, provocadoras, casi escandalosas. Recordemos que estamos caminando hacia Jerusalén «decididamente», como escuchábamos hace algunas semanas. Y Jesús tiene en mente lo que allí le espera: la pasión y muerte. Y en nuestro pasaje de hoy, una parte se refiere a él mismo, y otra a los discípulos.
En cuanto a él, muestra el deseo de prender fuego al mundo y ser bautizado cuanto antes. El fuego es símbolo del Espíritu Santo, que recibirán los discípulos el día de Pentecostés, cuando ya se haya cumplido la Pascua de Jesús. Y el Bautismo hace referencia a su destino, a su Pasión. En su naturaleza divina, Jesús desea cumplir la voluntad salvífica del Padre. En su naturaleza humana, sufre la angustia de saber que esa voluntad pasa por entregar su vida dolorosamente en rescate por todos.
¿Y qué es lo que en este texto se refiere a nosotros, sus discípulos? Jesús declara que ha venido no a traer paz, sino división. En otros pasajes del Evangelio se nos explica lo mismo de modos diversos: «Si a mí me han perseguido, a vosotros os perseguirán»; «el que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga». Hoy nos muestra la contradicción en que va a vivir aquél que quiere seguir a Jesús en radicalidad: lo más querido para este discípulo, su familia, va a enfrentarse a él.
Hoy día, ser cristiano en nuestra sociedad es ir contra-corriente. Defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural, ser honestos en los asuntos económicos, vivir en transparencia y abiertamente nuestra fe, seguramente nos va a acarrear no pocos desprecios o cierta persecución -no sangrienta, pero sí social. Pero no hay medias tintas en el seguimiento de Jesús: o con Él o contra Él. Hoy toca tomar una decisión radical y definitiva en nuestra vida. Porque sabemos, con toda certeza, que su Espíritu, ese fuego que Cristo ha derramado en el mundo, nos fortalece y nos alienta en nuestro combate espiritual. Este combate no es otro que la misma vida cristiana que nos hace personas felices y convencidos testigos de la auténtica Vida, la que se vive junto a Cristo.
MEDITACIÓN
“Dios es peligroso. Dios es un fuego devorador. Dios ha puesto en ti su mirada… Ten cuidado, el disimula sus intenciones, comienza por un pequeño amor, por una pequeña llama y, antes de que hayas podido pensar en ello como es debido, ya te posee por completo y estás atrapado. Con solo empeñar el dedo meñique, ya estás perdido; no hay límite hacia arriba. Es Dios y está acostumbrado a lo infinito. Te aspira hacia arriba como un ciclón, te hace girar como un tifón. Te cuidado: el hombre fue creado para la medida y el límite, y no encuentra reposo y bienestar más que en lo finito; pero El que es no conoce medida. Es un seductor.” (H. U. von Balthasar)
ORACIÓN
OH, Dios, que has preparado bienes invisibles
para los que te aman,
infunde la ternura de tu amor en nuestros corazones,
para que, amándote en todo
y sobre todas las cosas,
consigamos alcanzar tus promesas,
que superan todo deseo.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
(Oración colecta)
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