DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
EVANGELIO: Mc 9, 37-47
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa.
El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la gehenna. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la gehenna, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
COMENTARIO A LA PALABRA
Ante ese deseo desordenado que habita en nuestro corazón de destacar, de “que me valoren, de que me consideren importante”, Jesús nos dijo el domingo pasado que “quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”. En este domingo, Jesús nos alerta de dos peligros que podrían darse en el desempeño de este servicio que toda la Iglesia quiere vivir: uno es el escándalo, y otro el individualismo (personal, o como grupo eclesial).
Nuestro Señor Jesucristo, a quien queremos seguir y servir, nos pide no ser ocasión de escándalo para otros que creen, y quizá, más débiles en la fe. ¿Y cómo podría llegar a ser yo objeto de escándalo para otros? El apóstol Santiago nos da pistas en la segunda lectura: “¡Habéis acumulado riquezas… habéis vivido con lujo sobre la tierra y os habéis dado a la gran vida!… Eso se convertirá en testimonio contra vosotros”. Alguien podría pensar que esto va para los multimillonarios, pues… ¡cuidado! ¿Cuáles son tus riquezas? Materiales, personales, espirituales… ¿Qué haces con ellas? O… ¿qué no estás haciendo con ellas? “Después de enseñarnos el Señor que no debemos escandalizar a los que creen el Él, nos advierte con cuánto cuidado debemos evitar a los que nos escandalizan, esto es, que nos llevan con su palabra y su ejemplo a la ruina del pecado. “Que si tu mano te es ocasión de escándalo, córtala”. (San Beda)
Y, ¿qué pasa con esa tendencia al individualismo o “partidismo eclesial”? ¿Esa desconfianza o sospecha hacia aquellos que están en grupos de la Iglesia que “no son de los nuestros”? En la primera lectura vemos a dos de los ancianos que no habían acudido a la tienda de Moisés, Eldad y Medad, que se pusieron a profetizar en el campamento. En cuanto se enteró Josué, el sucesor de Moisés, intervino diciéndole: «¡Señor mío, Moisés, prohíbeselo!» Y ¿qué fue lo que le dijo?: «¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara!»
¿Por qué fijarnos en las debilidades o errores de los demás, y no en ese bien que están intentando aportar a este mundo y al Reino de Dios? ¿Qué sentido tiene dentro de nuestra Iglesia, “tirar piedras contra nuestro propio tejado”? “Jesús respondió: No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.”
MEDITACIÓN
* ¿Cómo podría llegar a ser yo objeto de escándalo para otros? ¿Cuáles son mis riquezas? Materiales, personales, espirituales… ¿Qué hago con ellas? O… ¿qué no estoy haciendo con ellas?
* ¿Me fijo en otros grupos eclesiales en los que yo no participo, en ese bien que están intentando aportar a este mundo y al Reino de Dios?
* “Jesús respondió: No se lo impidáis… El que no está contra nosotros está a favor nuestro.”
“En esto nos dice que no sólo no nos opongamos al bien de cualquier parte que venga, sino que por el contrario le procuremos cuando no exista.” (San Beda)
ORACIÓN
Oh, Dios, que manifiestas tu poder
sobre todo con el perdón y la misericordia,
aumenta en nosotros tu gracia,
para que, aspirando a tus promesas,
nos hagas participar de los bienes del cielo.
Por Jesucristo nuestro Señor. AMÉN.
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