DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO- Ciclo B
26 de septiembre de 2021
EVANGELIO: Mc 9,38-48.
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la gehenna. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la gehenna, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
COMENTARIO A LA PALABRA
Estamos ya en el domingo XXVI del Tiempo Ordinario, lo que significa que el camino que vamos recorriendo con Jesús, este año de la mano de San Marcos, va llegando a su fin. Los discípulos hacen ya su apostolado e incluso “tratan de impedir” que otros actúen en nombre de Cristo. Como Jesús ya había obrado muchos prodigios y milagros no es de extrañar que surgieran otros seguidores “lejanos” de Jesús, que obrasen en su Nombre.
Aquí nos encontramos con una actitud muy humana de proteger “a los nuestros”, como si nosotros tuviéramos el monopolio de la verdad. Sin embargo la actitud de Jesús es muy diferente: “No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro”. El joven Juan, a semejanza del joven ayudante de Moisés, busca la autoridad del Maestro para prohibir hacer el milagro, pero el amor de Dios es mucho más amplio y generoso, no cabe en nuestros esquemas, y no podemos poner freno a ese derramamiento del Espíritu Santo. “Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta.” Moisés tenía experiencia de saberse amado por Dios y quería ese Espíritu para todo el pueblo. No se trata solo de conocer la voluntad de Dios, sino de hacer aquello que le agrada y para ello tenemos que apartarnos de lo que sabemos que no le gusta. Por eso termina el evangelio de hoy recordándonos con toda radicalidad lo que no debemos hacer: “escandalizar a los pequeñuelos que creen”. Las pequeñas decisiones que tomamos cada día son muy importantes tanto para hacer el bien como para obrar el mal. “Dar de beber un vaso de agua por seguir a Jesucristo, es una acción muy pequeña, pero Jesús nos dice que no se quedará sin recompensa. Entonces ¿cómo debemos obrar para ser seguidores de Jesucristo? Los santos nos lo enseñan con su ejemplo: alejar de nosotros todo aquello que nos impida entrar en la Vida y ser condescendientes con los fallos y los defectos de los demás, sabiendo que ellos también están en proceso de conversión.
MEDITACIÓN
Estamos hablando de un tema constante en la vida y el mensaje del Señor Jesús: Una generosidad que sigue dando y que resiste los intentos de los hombres de imponer límites. Uno no tiene que imaginar mucho como semejante generosidad puede ser difícil de aceptar, pues va en contra nuestra avaricia… Quizá la intención de Juan fue salvaguardar la integridad de la misión de Jesús. Sin embargo, aquel apóstol llamado el amado y considerado como el más joven de los doce tuvo una actitud que no fue en aquel momento conforme con la manera de Jesucristo de ver las cosas… Más que una perspectiva de Jesús, todo esto nos lleva a las profundidades de su corazón, un manantial de bondad y misericordia eterna. Se trata de su voluntad de amar y su deseo que todos tengan la oportunidad de recibir y experimentarlo, a él, que es la misericordia en persona. Para Juan el apóstol y evangelista, superar su mentalidad inicial y tomar la mente de Jesucristo exigió un esfuerzo y mucha humildad. En el capítulo diez del evangelio que lleva su nombre, él demuestra haber logrado semejante conversión por darnos en términos claros y sencillos lo que el Señor vino a dar y la forma de hacerlo… generosa y abundantemente: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10, 10b). Fray Charles Johnson, OP.
ORACIÓN:
Ojalá todo el pueblo
tuviera la experiencia,
de conocer a Dios:
Se rompen las barreras,
no más categorías,
derriba las fronteras.
¡Es más grande el amor!
Conocer esta ciencia
no es vida relajada;
conlleva una exigencia.
Cortar con todo aquello,
que de Dios nos aleja.
Los gestos más pequeños
requieren más paciencia.
Si quieres llegar lejos,
ensancha más tu tienda;
la lógica del Reino,
no es como la nuestra.
la amplitud del amor,
te crea y te recrea.
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