SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
14 de junio de 2020
EVANGELIO: Jn 6, 51-58
“En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».“
COMENTARIO A LA PALABRA
En este domingo celebramos la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, tradicionalmente conocida como “el Corpus Christi”.
Festividad instituida por el Papa Urbano IV en 1264, quien encomendó a nuestro gran hermano Sto. Tomás de Aquino su inigualable composición litúrgica, que en herencia ha dejado a la Iglesia: el “¡Oh, Sagrado Banquete…!”, “Pange Lingua…”, “Adoro te devote…”, “Tantum Ergo…”
Releamos y meditemos la Palabra del Evangelio: es el evangelista San Juan el que nos la expone, nos la comenta, nos trasmite lo que él mismo escuchó y vio… ¡Abramos nuestro corazón a esta Palabra de Vida! Jesús mismo nos dice: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre”. “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.”
Ante estas Palabras de Vida, ante este misterio tan admirable de la Eucaristía, que la Iglesia Católica define como “fuente y cima de toda la vida cristiana” (CIC 1324) hacemos tres llamadas o invitaciones: formación, celebración/adoración e Iglesia=Cuerpo de Cristo.
- FORMACIÓN: leer, escuchar, profundizar en los abundantes tesoros sobre este admirable misterio, tanto de la Palabra de Dios, como de los Prefacios u oraciones de cada Eucaristía que celebramos, como en el Magisterio (en el Catecismo de la Iglesia Católica, documentos de los Papas…) y la Tradición de la Iglesia (tantos santos y Padres de la Iglesia que han escrito bellísimamente sobre ella…). Recibir formación como un trampolín para sumergirte en el misterio, y alabar y bendecir a Dios por él, y para vivir el paso siguiente…
- CELEBRACIÓN/ADORACIÓN: pedir el mismo Espíritu Santo que realiza este prodigio para celebrar la Eucaristía cada vez con más amor, con mayor intensidad y acción de gracias… Y así recibirle en la Sagrada Comunión, acompañarle oculto en el sagrario, adorarle en la Exposición del Santísimo…
- IGLESIA, CUERPO DE CRISTO: Y recordar, como nos dice San Pablo en la segunda lectura, que “el pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” (1Co 10,17). Es bastante probable que valoremos (¡gracias a Dios!) realmente en nuestras vidas tanto el primer apartado que hemos resaltado sobre la formación, como el segundo sobre la grandeza de su celebración y adoración, pero… ¿qué nos pasa con este tercero? Quizá Jesús viene este domingo y nos pregunte, no para culpabilizarnos, sino para que reflexionemos y nos convirtamos a Él:
* ¿Por qué me recibes a mí con fe y amor en la Eucaristía… pero luego no me recibes en tu hermano de la misma manera?
* ¿Por qué cuidas el culto, la belleza y dignidad de las celebraciones de la Eucaristía (cosa que me alegra)… pero luego no cuidas tus relaciones fraternas, comunitarias, con la misma dedicación, esmero, respeto…?
* ¿Por qué te acercas a mi corazón con tanta sencillez y humildad en el Sacramento de la Reconciliación, para poder recibirme con mayor plenitud en la Eucaristía, reconociendo ante mí tus pecados (cosa que “me enternece y hasta emociona”…), en cambio luego te cuesta tanto acercarte a tu hermano en la misma actitud, para reconocer tus errores ante él, pedir perdón y perdonar?
* ¿Por qué estas diferencias? ¿Qué te pasa?…
“El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí…¡y yo en él!”
MEDITACIÓN
“La Eucaristía es “fuente y cima de toda la vida cristiana” (LG 11). “Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan”. (CIC 1324)
La Iglesia, Cuerpo de Cristo:
“Los creyentes que responden a la Palabra de Dios y se hacen miembros del Cuerpo de Cristo, quedan estrechamente unidos a Cristo: “La vida de Cristo se comunica a a los creyentes, que se unen a Cristo, muerto y glorificado, por medio de los sacramentos de una manera misteriosa pero real” (LG 7). Esto es particularmente verdad en el caso del Bautismo por el cual nos unimos a la muerte y a la Resurrección de Cristo (cf. Rm 6, 4-5; 1 Co 12, 13), y en el caso de la Eucaristía, por la cual, “compartimos realmente el Cuerpo del Señor, que nos eleva hasta la comunión con él y entre nosotros” (LG 7).” (CIC 790)
ORACIÓN
“¡Oh sagrado banquete,
en que Cristo es nuestra comida,
se celebra el memorial de su pasión,
el alma se llena de gracia
y se nos da la prenda de la gloria futura!”
(Sto. Tomás de Aquino, OP)
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