DOMINGO III TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
23 de Enero de 2022
EVANGELIO: Lc 1, 1- 4; 4, 14-21
“Ilustre Teófilo: Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido, me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor». Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír»”.
COMENTARIO A LA PALABRA
En 2019 el Papa Francisco instituyó el “Domingo de la Palabra de Dios” cada tercer Domingo del Tiempo Ordinario (como es hoy), como él mismo nos dijo, para hacer “crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura”. “Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable”.
También celebramos hoy la Jornada de la Infancia Misionera, en medio de esta semana de oración por la unidad de todos los cristianos. ¡Unámonos en oración por estas intenciones que nos presenta nuestra Madre la Iglesia!
En este ciclo C del tiempo Ordinario que hemos comenzado vamos a profundizar sobre la persona de Cristo, siguiendo al evangelista San Lucas. En el prólogo nos cuenta que escribe a un tal Teófilo: “amigo de Dios” y antes de comenzar su obra, se ha informado bien para averiguar sobre qué bases reales se apoya nuestra fe. No son fábulas ni mitos lo que nos va a transmitir, sino hechos maravillosos, pero reales, capaces de transformar nuestras vidas y que pueden dar “razón de nuestra fe” (1 Pe 3:15).
Acto seguido aparece Jesús en la sinagoga de Nazaret, en los albores de su misión. Para Lucas es muy importante resaltar la acción del Espíritu Santo y por eso previamente nos ha dicho que esa “Fuerza” le impulsaba y que “su fama se extendió por toda la comarca”. Sin embargo Jesús todavía no había hecho milagros en su pueblo y esta presentación en la sinagoga, que nos cuenta San Lucas con tanto detalle, nos habla de cómo va a ser su misión, la cual toma de un pasaje del profeta Isaías: (Is 61, 1-11).
Entre los cuatro grupos que cita el profeta: los pobres, los cautivos, los ciegos y los oprimidos, están reflejados los seguidores de Jesús. ¿Y tú, quieres seguir hoy a Jesús? ¿Te sientes identificado con alguno de estos grupos? ¿Estás oprimido, no ves con los ojos de la fe, te cautiva alguna cadena, te sientes pobre? Si te encuentras en alguna de estas situaciones, “no hagas luto ni llores”, como dice la primera lectura, porque HOY llega el Señor con la Fuerza de su Espíritu para decirnos que es “un día consagrado al Señor”. Solo la obra del Espíritu Santo en nosotros, que predica Jesucristo, podrá agradar a Dios y convertirnos en criaturas nuevas.
MEDITACIÓN
“Un cojo y un ciego llegaron, cierta vez, a la orilla de un río que tenían que vadear. Ante esta dificultad —dijo el cojo al ciego: —”Aquí hay un vado bastante bueno, pero, a decir verdad, mi única pierna no me permite cruzarlo”. —”Yo lo pasaría si pudiese ver—apuntó el ciego—; pero, como me falta la vista, temo resbalar. ¿Qué hacemos?” —”¡Magnífica idea me ha venido! —exclamó el cojo, reaccionando—. Mira: tus piernas serán mi sostén y mi vista nuestra guía. Ayudándonos así, pasaremos el río”. Dicho y hecho, el cojo se acomodó sobre los hombros del ciego y ambos alcanzaron, felices y seguros, la ribera opuesta, llegando a la ciudad sin novedad”. (Fábula de Esopo).
* ¿Cómo construyes con tu vida la comunión en la Iglesia?
* ¿Qué lugar tiene en tu vida la Palabra de Dios?
ORACIÓN
Ungido de Espíritu:
A dar vista al ciego
viniste, Señor.
Liberas al preso,
de cargas que oprimen;
y al que está poseso
le sueltas del mal,
sanas al enfermo
y al que es paralítico
sacas de paseo.
Ungidos de Espíritu,
criaturas nuevas,
quisiste formar:
mirada serena,
nuevo paladar.
Con otras orejas
que escuchen clamar,
con un par de piernas
que busquen sin cesar:
una vida plena.
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