DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO B
17 de enero de 2021
Evangelio: Jn 1,35-42.
Al día siguiente, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: «Este es el Cordero de Dios». Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: «¿Qué buscáis?». Ellos le contestaron: «Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?». Él les dijo: «Venid y veréis». Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)». Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».
COMENTARIO A LA PALABRA
Hemos vivido el tiempo del adviento y navidad oyendo pasajes del evangelio en que se hablaba de la misión de Juan Bautista; la voz que anunció la venida del Mesías. Como nos enseña el Benedictus: Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y hacer que su pueblo conozca la salvación (Lc 1,76).
El domingo pasado finalizamos el tiempo de navidad con la fiesta del Bautismo del Señor: Jesús se acerca a Juan, como uno más, para que sea bautizado por Él; se muestra humilde y se hace igual a nosotros para que nos dejemos guiar por Él, principalmente en los momentos de debilidad y de pecado.
En la liturgia de hoy también Juan señala a Jesús a sus discípulos: «ESTE ES EL CORDERO DE DIOS.» Y dice el evangelio: «Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús.»
El encuentro de los discípulos con Jesús fue para ellos motivo de alegría, pues tuvieron interés en conocer a Jesús, en saber dónde vive.» Fueron vieron donde vivía y se quedaron con Él.»
Los discípulos no se quedaron con la buena noticia para sí, sino que la anunciaron a sus compañeros y seguían a Jesús. Después del encuentro con el Mesías cada uno recibió la misión del anuncio de la salvación, la misericordia, el amor, el perdón… O sea, anunciar el Reino de Dios al mundo. Y lo hicieron con gran alegría y gozo.
Todos nosotros, que estamos en la Iglesia y tenemos una fe cristiana, es porque tuvimos un encuentro con el Mesías. Cuando uno tiene una experiencia de Dios es imposible no seguirlo; así ha pasado con los discípulos y pasa en nuestra vida. Somos llamados a seguir a Jesús, a caminar a su lado, a anunciar su Palabra al mundo, a señalar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; El que vino, se hizo hombre y puso su tienda entre nosotros para siempre.
Que el Señor nos dé la gracia de poder hacerle esta pregunta: «¿DÓNDE VIVES?»
Y así podamos quedarnos con Él, ESCUCHARLO, CONOCERLO, AMARLO.
Meditación
«Jesús pasaba…» ¿Qué significa sino que Jesús vino a participar en nuestra naturaleza humana que pasa, que cambia? Él, a quien los hombres no conocían, se da a conocer y amar pasando por en medio de nosotros. Vino en el seno de la Virgen. Luego, pasó del seno de su madre al pesebre y del pesebre a la cruz, de la cruz al sepulcro, del sepulcro se levantó al cielo. Nuestro corazón también, si aprende a desear a Cristo como Juan, reconocerá a Jesús cuando pase. Si le sigue, llegará como los discípulos al sitio donde mora Jesús: en el misterio de su divinidad. (Ruperto de Deutz)
Oración
Haz, Señor, que te ofrezcamos siempre este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega, para que se realice el santo sacramento que tú instituiste y se lleve a cabo en nosotros eficazmente la obra de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.
(Oración sobre las ofrendas. III Domingo de Adviento)
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