DOMINGO DE RESURRECCIÓN- Ciclo C
21 de Abril de 2019
EVANGELIO: Jn 20, 1-9
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
COMENTARIO A LA PALABRA
¡Abre tu corazón y escucha el Anuncio más grande de toda la historia!: ¡Aleluya! ¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡Cristo ha vencido la muerte! ¡Cristo vive y reina glorioso por los siglos de los siglos!
Hoy celebramos el gran Domingo de Resurrección: centro de todo el año litúrgico y que resuena cada domingo del año. Domingo de Resurrección: acontecimiento y verdad culminante de nuestra fe, de la historia, que nos libera del pecado y nos abre el acceso a una nueva vida (cf. CIC 654). Por ello… “¡Exulten los coros de los ángles, exulten las jerarquías del cielo! ¡Goce la tierra! ¡Alégrese también nuestra madre la Iglesia y resuene este templo con las aclamaciones del pueblo! ¡Cristo asciende victorioso del abismo!”, como hemos cantado en el tan hermoso Pregón de la Solemne Vigilia Pascual.
En este tiempo de Cuaresma y Semana Santa que acabamos de vivir, Jesús nos ha ido mostrando cuál es el Camino que nos conduce a la Verdad y a la Vida, que nos lleva a esta alegría pascual. Hemos escuchado en muchos momentos cómo Jesús vivió unos verbos que, precisamente, no están muy de moda: Él renunció, soportó, aguantó, se entregó, se ofreció, se humilló, se rebajó, padeció, perdonó a todos, no se resistió al mal… y todo ello POR AMOR NUESTRO, POR AMOR A TÍ, POR NUESTRA SALVACIÓN Y REDENCIÓN. No queramos eliminar estos verbos de nuestra vida, “maquillarlos” o tratar de evitarlos, como intenta hacer nuestra sociedad del falso y aparente “bienestar”. Pero tampoco nos quedemos estancados en ellos. No queramos llegar a la Vida verdadera sin vivirlos por Cristo, con Él y en Él, a la luz de su Resurrección. Si no, sería todo un “sinsentido”. “Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, y vana también vuestra fe… ¡Pero no! ¡Cristo resucitó de entre los muertos!” (1 Co 15,14.20)
Ahora resonarán distintas y vivificadoras estas Palabras del Tiempo Pascual que comenzamos: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” “¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?”, “¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón?”… “¡Alegraos!”, “¡No temáis!”, “Mirad”, “Decid”, “Id”, “Proclamad”, “¡Paz a vosotros!”, “Creed”, “¡Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia!” “¡Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo!”
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECIÓN!
MEDITACIÓN
– Medita con detenimiento la importancia los siguientes puntos del Catecismo de nuestra Madre, la Iglesia. ¿Qué repercusión tienen (o crees que deberían tener) en tu vida concreta de cada día?
* “La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, […] predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz” (CIC 638)
* “La Resurrección de Cristo —y el propio Cristo resucitado— es principio y fuente de nuestra resurrección futura. […] En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el corazón de sus fieles. En Él los cristianos “saborean los prodigios del mundo futuro” y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Co 5, 15).” (CIC 655)
ORACIÓN
“Oh Dios, que en este día, vencida la muerte, nos has abierto las puertas de la eternidad por medio de tu Unigénito, concede, a quienes celebramos la solemnidad de la Resurrección del Señor, que, renovados por tu Espíritu, resucitemos a la luz de la vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén” (Oración colecta)
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