SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
6 de Enero de 2020
EVANGELIO: Mateo 2,1-12
“Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo» (…)
Después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.”
COMENTARIO A LA PALABRA
“Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”. Hoy, como los Magos de Oriente, la Iglesia nos invita a postrarnos en adoración ante el niño Jesús que se nos ha manifestado como Mesías de Israel, Hijo de Dios y salvador del mundo (Catecismo de la Iglesia Católica nº 528).
Dios en su inmensa misericordia, por medio de su Hijo, se ha revelado a los pueblos gentiles, a nosotros y nos ha abierto las puertas de la salvación. Gracias a Jesucristo, la salvación ya no es para un grupo, sino para aquellos que abren su corazón a este derroche de gracia.
Los Magos de Oriente, ante este gran misterio de amor, son nuestro modelo de respuesta a este don. La luz del Mesías ha brillado. La estrella les anuncia que el Rey y salvador ha venido al mundo; ellos lo ven, lo acogen y se dejan iluminar por ella. Pero no se quedan ahí, sino que, movidos por el deseo de ver y adorar al niño, emprenden una búsqueda que les impulsa a dejar su tierra. “Observando la estrella, aquellos sabios y ricos señores de Oriente se habían puesto en camino hacia Belén para conocer a Jesús y ofrecerle dones: oro, incienso y mirra. También estos regalos tienen un significado alegórico: el oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura.”(Papa Francisco, carta apostólica Admirale Signum, nº 9). ,
Que el Señor nos conceda a cada uno de nosotros, al igual que a los Magos de Oriente acoger la gracia de la salvación que nos ofrece, con un corazón humilde y sencillo. Pues en ese niño pequeño se nos manifiesta toda la bondad, la ternura y la misericordia de Dios.
MEDITACIÓN
“Los Magos enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo. Son hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén (cf. Mt 2,1-12). Una gran alegría los invade ante el Niño Rey. No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes. Y ciertamente, llegados a su país, habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre las gentes. Contemplando esta escena en el belén, estamos llamados a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador. Cada uno de nosotros se hace portador de la Buena Noticia con los que encuentra, testimoniando con acciones concretas de misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús y su amor.” (Papa Francisco, carta apostólica Admirale Signum, nº 9).
ORACIÓN
“Que tu luz nos disponga y nos guíe siempre, Señor, para que comtemplemos con fe pura y vivamos con amor sincero el misterio del que hemos participado. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.” (Oración después de la comunión)
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