DOMINGO I DE ADVIENTO – CICLO A
27 de Noviembre de 2022
EVANGELIO: Mt 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
COMENTARIO A LA PALABRA
Hoy estamos celebrando el primer domingo de Adviento y también empezamos el nuevo año litúrgico. El Adviento es un tiempo de gracia y de espera, es un tiempo de preparación no solo para la Navidad, sino también para la definitiva y gloriosa venida de Cristo. Él vendrá con gran poder y majestad. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad (Sal 95,13).
Las Palabras de este domingo, nos advierten una vez más a estar en vela; pues no sabemos a qué hora viene nuestro Señor y Salvador. Estar en vela, es aceptar la voluntad de Dios en tu vida, es dejar que Él lleve el timón de tu barca y te guíe a un puerto seguro en unión con Él y con su Hijo Jesucristo. El evangelio nos asusta, pero no dejemos que el miedo nos domine, pues no se trata de un mensaje de miedo, ni de desesperación, sino de perseverancia y de paz. Hoy día el hombre vive angustiado, sin esperanza, su confianza es el poder y el poseer, está atado por sus muchas riquezas, ha perdido la fe y ya no hay espacio para Dios en su corazón. Como dice el evangelio: lo mismo ha pasado en tiempo de Noé. HOY el Señor nos invita a poner nuestra confianza en Él. Y en su Palabra, no tengamos miedo, no estamos solos, hay un Dios presente y Omnipotente que no nos abandona. En la segunda lectura el apóstol nos exhorta a dejar las obras de las tinieblas y a revestirnos con las armas de la luz; o sea, nos invita a abandonar el hombre viejo y sus actitudes paganas y a estrenar una vida nueva en Cristo.
Escuchemos estas Palabras con la esperanza de un mundo mejor, de un cielo nuevo y una tierra nueva, donde ya no habrá sufrimiento, ni odio, ni envidia, ni guerra, ni llanto… “No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra” (Is 2,4). En la paz del día del Señor todo armamento será inútil.
Pidamos al Señor la gracia para que cuando llegue este día, estemos en vela y salgamos a su encuentro con las lámparas encendidas.
MEDITACIÓN
Al fin de los tiempos el Reino de Dios llegará a su plenitud. Después del Juicio final, los justos reinarán para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo será renovado. En este «universo nuevo» (Ap 21, 5), la Jerusalén celestial, Dios tendrá su morada entre los hombres. «Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado» (Ap 21, 4; cf. 21, 27). (Catecismo de la Iglesia católica, 1042 y 1044)
ORACIÓN
Alegraos siempre en el Señor; os repito, alegraos. El Señor está cerca. Nada os preocupe. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Flp 4,4-7).
¿Desea escribir un comentario?