VIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
27 de Febrero de 2022
EVANGELIO: Lc 6, 39-45
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».
COMENTARIO A LA PALABRA
En los dos domingos anteriores a este, hemos empezado a recorrer un pasaje del evangelio según San Lucas, donde Jesús empezaba a instruir a sus discípulos y a la muchedumbre.
El domingo VI del tiempo ordinario nos hablaba de las bienaventuranzas, nos invitaba a tomar en serio el camino de la santidad.
El domingo pasado nos advertía a escucharlo, a seguir su ejemplo de humildad, a no pagar el mal con el mal: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian” (Lc 6,27).
Hoy, domingo VIII, la liturgia nos invita una vez más a mirar a Jesús, a tener los ojos fijos en el Maestro. Nos habla de la ceguera del corazón, la que nos conduce al pecado, a la ira, a la soberbia, al juicio… Nos narra una parábola, nos cuestiona: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego?” Nos muestra la importancia de vivir en la verdad del evangelio, a no dejarnos llevar por la HIPOCRESÍA, nos invita a vivir la ley de DIOS, la del AMOR.
El Señor quiere cambiar tu vida, quiere sanar tu ceguera, tus enfermedades, tus heridas, tus debilidades, tus juicios; quiere sacar la viga que llevas en el ojo, la que te impide avanzar en la fe y en el amor. En definitiva, quiere darte un corazón nuevo.
Pidamos al Señor la humildad para que podamos ayudar al hermano, con a amor, sin juzgarlo. Pues solo uno es legislador y juez: CRISTO.
MEDITACIÓN
Los que más prontamente y de manera temeraria juzgan y censuran a los demás son los que prefieren condenar antes que corregir y conducir al bien, y esto denota orgullo y mezquindad… Un hombre, por ejemplo, peca por cólera, tú le reprendes con odio. La misma distancia hay entre la cólera y el odio que entre la mota y la viga. El odio es una cólera inveterada que, con el tiempo, ha tomado esta gran dimensión y que, justamente, merece el nombre de viga. Puede ocurrirte que te encolerices, deseando corregir, pero el odio no corrige jamás…. Primeramente echa lejos de ti el odio: después podrás corregir al que amas. (San Agustín)
ORACIÓN
Concédenos, Señor, que el mundo progrese según tu designio de paz para nosotros, y que tu iglesia se alegre en su confiada entrega. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. (Oración colecta).
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