XIV Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C
3 de Julio de 2022
Evangelio: Lc 10, 1-12; 17-20.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía: —«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el Reino de Dios». Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: «Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios». Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo». Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: —«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les contestó: —«Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
COMENTARIO A LA PALABRA
Continuamos con el evangelio de San Lucas en la subida de Jesús a Jerusalén. Después de ver el domingo pasado la mala acogida del pueblo samaritano y las exigencias de la vocación apostólica, hoy nos presenta un envío de 72 misioneros; las recomendaciones que Jesús les da y su balance final.
Se trata de un envío intermedio, que nos narra solamente este evangelista. Hubo un primer envío a los doce apóstoles (Lc 9, 1-6) y habrá un último envío del Resucitado a toda la creación (Mc 16,15). Además no se trata de una siembra, sino de una mies en sazón por lo que el número de los 72 discípulos que, algunos lo atribuyen a las naciones conocidas por aquellos judíos, parece hacer más alusión a los 70 ancianos elegidos por Moisés para que le ayudasen en el gobierno del pueblo. Sea cual fuere la razón del número, que además es una cantidad considerable, eran pocos para recoger tan abundante cosecha.
Por ese motivo nos manda rezar. Parece ser que esa es la labor primordial en una comunidad de Dominicas Contemplativas, pero no la exclusiva. Oramos para que el Señor envíe operarios a su mies, pero también nosotras estamos implicadas en esa tarea de llevar el consuelo y la bondad de Dios a los desamparados. Somos signos de la cercanía y de la ternura de Dios, testigos de su misericordia y cauce para que por nosotras también circule el rio de la gracia, como dice la primera lectura: “Yo haré derivar hacia ella, como un rio la paz”. Esta paz es la que pedimos para consuelo de la Iglesia y “riqueza de las naciones” (Is 66,12).
Pues esta paz, de la que son portadores los misioneros de Jesús, no disminuye ante los rechazos e incomprensiones del mensaje del Reino, sino que, sacudidos los pies del polvo que los cubre, es decir, de la ligereza de los pensamientos terrenos, la obra de Jesús tiene que seguir adelante.
Una última reflexión. La alegría de la evangelización no es tanto porque se nos someta el mal, sino por un bien mayor: porque nuestros nombres, que crecen con la conversión de cada corazón, “están escritos en el cielo”.
¡Ánimo, pues, y a la labor de la evangelización!
Meditación
“Los mandó así, porque dos son los preceptos de la caridad: el amor de Dios y el del prójimo; y entre menos de dos no puede haber caridad. Esto nos indica que, quien no tiene caridad con sus hermanos, no debe tomar el cargo de predicador.
Se añade muy oportunamente: «Delante de Él, a toda ciudad y lugar, a donde Él había de venir». El Señor sigue a sus predicadores. La predicación prepara y entonces el Señor viene a vivir en nuestra alma, cuando preceden las palabras de la exhortación y la verdad se recibe así en la mente. Por esto dice Isaías a los predicadores ( Is 40,3): «Preparad los caminos del Señor, enderezad las sendas que a Él conducen».” (San Gregorio Magno).
“No os conviene alegraros de la humillación de los demonios, sino de vuestra exaltación. Debe entenderse, pues, que si alguno ejecuta buenas obras, ya sean terrenas, ya celestiales, queda anotado como con caracteres y fijo en la memoria de Dios eternamente.” (San Beda el venerable)
Oración
Jesús de nuevo envía
para anunciar el Reino;
serán setenta y dos
los nuevos misioneros,
que van de dos en dos
preparando el terreno;
irán sin provisiones
y también sin dinero;
predican con urgencia:
“¡El Reino es lo primero!”
Jesús de nuevo acoge
a los que había enviado
Una experiencia alegre,
es lo que han constatado:
Los peligros de lobos,
no los han derrotado.
Proclamaban la paz,
y los han rechazado.
¡En el cielo grabados
sus nombres han quedado!
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