DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO – CICLO C
6 de Agosto de 2025
EVANGELIO: Lc 10,1-12.17-20
Después de esto, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”. Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”. Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad. Los setenta y dos volvieron con alegría, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les dijo: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo»
COMENTARIO A LA PALABRA
El evangelio de este domingo nos habla de la misión. Además de los doce, el Señor “designó otros setenta y dos, y los mandó delante de Él”.
Todos los cristianos somos llamados a vivir como vivió Cristo, entregados a la misión; somos enviados a difundir la verdad de Dios a todos los que no la conocen. “Jesús en su vida pública pasó haciendo el bien y curando todo tipo de enfermedades”. Anunciando a todo el mundo el reino de Dios; hoy Él nos invita a seguir con su misión: llevar la buena noticia del evangelio “a pueblos y lugares adonde pensaba ir Él”. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.
Las instrucciones, dadas por Jesús en el evangelio, es que llevemos lo necesario. Lo importante es tener un corazón abierto a las inspiraciones del Espíritu Santo y tener la confianza en la providencia Divina; hablar en nombre de Jesús apoyados en el poder de Dios. Nuestra seguridad es Cristo, Él es quien nos sostiene en la misión.
El testimonio cristiano puede ayudar a aquellos que todavía no han conocido el amor de Dios, a los que han perdido su fe, a los que sufren a causa de la guerra, de la injusticia y de la falta de perdón. Todos estos males apartan al hombre de Dios.
El mundo necesita testigos auténticos de Jesucristo, de su muerte y resurrección y de su sufrimiento hasta la cruz, donde nació la vida eterna. Fijémonos en lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe y a Dios”.
Formamos parte de los elegidos, los enviados a testimoniar el amor y la misericordia de Dios, y a decir a las personas: El Reino de Dios ha llegado. “Reino de justicia, de verdad y de paz”.
Pidamos al Señor la gracia y la valentía para salir de nosotros mismos y llevar al mundo el anuncio de la salvación de Dios, con la alegría de la que habla el Señor en el Evangelio. No la alegría por el éxito en la misión, sino porque nuestros nombres están inscritos en el cielo.
MEDITACIÓN
El mandato misionero del Señor tiene su fuente última en el amor eterno de la Santísima Trinidad: «La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre».
El fin último de la misión no es otro que hacer participar a los hombres en la comunión que existe entre el Padre y el Hijo en su Espíritu de amor.
(Catecismo de la Iglesia católica. n. 850)
Oración
Oh,Dios, que en la humillación de tu Hijo levantaste a la humanidad caida, concede a tus fieles una santa alegría, para que disfruten del gozo eterno los que liberaste de la esclavitud del pecado.
Por Jesucristo nuestro Señor. (Oración colecta)
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