DOMINGO IV DE PASCUA – CICLO C
11 de mayo de 2025
EVANGELIO: Jn 10,27-30
“En aquel tiempo, dijo Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz; y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.”
COMENTARIO A LA PALABRA
El domingo pasado hemos escuchado en el evangelio el diálogo de Jesús con Pedro; Él le encomendaba el cuidado de su rebaño. En la liturgia de este domingo, Jesús resucitado se presenta Él mismo como el buen pastor.
Él es el verdadero pastor que se preocupa de sus ovejas, porque no quiere que se pierda ninguna de las que el Padre le ha confiado.
Todos nosotros tenemos una historia, y en medio de ella está Jesús, como pastor fidelísimo; el que nos apacienta en verdes praderas y nos alimenta con el alimento espiritual que da vida.
No dejemos pasar desapercibido este pasaje del evangelio, breve, pero en el que el Señor nos habla diciendo: Mis ovejas ESCUCHAN mí voz, las CONOZCO, me SIGUEN, les doy la VIDA ETERNA, no PERECERÁN, nadie las ARREBATARÁ de mi mano. ¿Hay palabras más tiernas y llenas de amor y misericordia que éstas, salidas de la boca de Jesús nuestro Pastor? El buen pastor actúa con amor, Él da la vida por las ovejas. Somos testigos de que Él entregó su vida por nosotros en la cruz; y no se cansa de buscar a la oveja que está perdida, descarriada, extraviada… Es más, cuando la encuentra se alegra por haberla encontrado.
El amor que Dios nos tiene es inmenso, es imposible calcular la dimensión de este amor, y no hay nada que nos separe de su amor, ni siquiera nuestro pecado, por grande que sea. El Señor está vivo, resucitado, presente, cercano y camina con nosotros. No estamos solos ni abandonados, ni perdidos en la vida porque seguimos a un pastor supremo, que nos conoce y llama a cada una de sus ovejas por su nombre.
Pidamos al Señor la gracia de poder escuchar su voz y seguirlo con empeño, sin miedo. Con total confianza en aquel que nos conduce hasta la patria celeste.
“Yo soy el buen Pastor, que conozco mis ovejas
y las mías me conocen”
MEDITACIÓN
“Las ovejas del buen Pastor encuentran el pasto, pues todos los que le siguen con un corazón humilde son alimentados con el pasto de las praderas eternamente verde. ¿Y cuál es el pasto de estas ovejas sino las alegrías interiores de un paraíso eternamente verde? El pasto de los elegidos es el rostro de Dios, siempre presente; y cuando lo contemplamos sin interrupción, el alma se sacia sin fin de un alimento de vida.” (San Gregorio Magno, Papa)
ORACIÓN
Dios todo poderoso y eterno,
condúcenos a la asamblea gozosa del cielo,
para que la debilidad del rebaño
llegue hasta donde le ha precedido la fortaleza del pastor.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
(Oración colecta)
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