DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO
– Ciclo B –
4 de Agosto de 2024
EVANGELIO: Mc 10, 46-52
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?». Respondió Jesús: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Le replicaron: «Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó: «En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
COMENTARIO A LA PALABRA
¿Qué es esto? Esta pregunta no está escrita en el Evangelio de hoy, sino en la primera lectura. Surge de los israelitas al contemplar el maná; cuando Dios les alimentó con pan del cielo, se hacían esta pregunta unos a otros, pues no sabían lo que era. Moisés entonces les aclaró: “Es el pan que Dios os da de comer” (Ex 16, 15).
Pero eso sucedió como una figura, como anticipo del prodigio de amor más grande y más humilde que hubiéramos podido pensar: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único”… “mi Padre es el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo”: JESUCRISTO.
Sí, Dios nos ha sorprendido, ha desplegado su gran bondad hacia su pueblo, le ha alimentado con pan del cielo.
En este llamado “discurso del pan de vida” Jesús nos va introduciendo en la dinámica del Padre y nos desvela progresivamente el misterio de este amor gratuito.
Cuando experimentamos, como los que presenciaron la multiplicación de los panes y los peces, la fuerza suave de su amor y su acción poderosamente humilde nos surge esta pregunta ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios? Porque vemos que es algo “eficaz”, palpable: alimentar a tantos…. ¡Y QUE SOBRE!
La respuesta parece sencilla: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Si somos sinceros con nosotros mismos nos cuesta vivirla. Es decir, creer que ese amor que hemos experimentado permanece en toda circunstancia que en todo momento nos proporciona el sustento necesario ni más ni menos, SIEMPRE lo necesario; creer que, aun cuando estamos pasando por momentos de “escasez”, se muestra providente en nuestra vida y en la historia requiere un gran salto. Un salto de fe.
Un salto que implica a nuestra libertad, nuestra acogida a este Pan que baja del cielo, y una apertura a la acción del Espíritu Santo. Este Espíritu que nos va descubriendo que estas palabras dichas por el Señor son verdad, que con Este Alimento no tendríamos hambre ni sed, y más aún, como leímos en el Evangelio del domingo anterior: rebosaría alimento para los demás y de nosotros “manarían torrentes de agua viva” (cf Jn 7, 38).
MEDITACIÓN Y ORACIÓN
“En Ti, oh Cristo, se resuelven y se componen
los avatares y las controversias humanas.
Si tenemos hambre, Tú, oh Cristo eres el pan de la vida.
Si padecemos sed, eres la fuente del agua viva.
Si necesitamos ver o entender,
Tú, oh Cristo, eres la luz del mundo.
Si deseamos la justicia o la libertad,
Tú, oh Cristo, eres el gran pobre,
el libertador de las cadenas que hacen al hombre
esclavo de la idolatría, de las riquezas o del orgullo.
Si tenemos necesidad de amor,
Tú, oh Cristo, eres el supremo dador y avivador de la caridad hacia los hombres y entre los hombres.
Si tenemos necesidad de vida,
Tú, oh Cristo, eres el principio de la vida
que no conoce la muerte.
Papa San Pablo VI. Ángelus, domingo 5 de marzo de 1972.
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